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RESEÑAS

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CALIFICAMOS ASÍ

Nuestra escala para calificar las reseñas del 1 al 5. Con el Sir William McKay reservado sólo a la excelencia.

  • Sir William McKay: Aleph One.
  • Willy McKay: ¡Non-Plus-Ultra!
  • McKay: Muy bueno, peeero…
  • Pasta: Ta' Bien… Ta' Bien…
  • Mancao: Coleto impresentable.
  • Ñame: ¡Que nos devuelvan el tiempo y dinero que perdimos en revisar esta grandísima porquería! ¡Un CULAZO!
Spiff-O-Rama - Reseña: I’m Not There

No Estoy Ahí

Cine DVD

A confesión de partes, admito que siempre he admirado el talento de Robert Zimmerman conocido en los bajos fondos como Bob Dylan, aun con su voz tan rasposa que en algún momento fue catalogada como la peor voz de la historia del rock –algo que en el caso del "otro Editor en Jefe" de este blog no le gustaba a rabiar, a diferencia de su servidor. Y no es invento. Si su voz ya es arquetípica con todo y lo áspera que suena, también es verdad que su lírica raya en lo vanguardista, lo desafiante y lo original. Pocos artistas en la historia de la música pueden darse el lujo de influir en sus contemporáneos y en los que les siguen.

Es cierto que la figura de Bob Dylan en estas tierras no fue en los 60 tan impactante como el realismo mágico o Lila Morillo cantando El Cocotero Pero tampoco es para que uno de los filmes más aclamados por la crítica mundial en 2007, sea vulgarmente ignorado por estos mamarrachos intelectualosos que creen que la Guerra en Iraq versión denuncia es más importante que ver la vida de uno de los genios musicales y culturales más importantes de todos los tiempos*.

Pero a la par de los éxitos, la fama y la adulación que Bob ha recibido en toda su carrera, también es verdad que su vida pública y privada ha sido siempre un acertijo y un enigma tanto para los fans como para los críticos, quizás como un acto para proteger su vida privada de ser un poco más que un circo de tres pistas. Es en virtud de esta vida y su música tan compleja y simple, tan cercana, distante, eléctrica y acústica, rebelde y concreta (todas la anteriores elementos importantes en su figura), que el director Todd Haynes ha mezclado, integrado y recreado para realizar la biografía fílmica del Rock más importante de todos los tiempos: I’m Not There.

En un acto de reflejar la cosmología que circunda a Bob, real o ficticia, verdadera o inventada, Haynes adopta la decisión de mostrarnos al Robert influenciado por Woody Guthrie como una recapitulación del arte en la Gran Depresión; al Zimmerman que se transformó del niño mimado de la contracultura y los derechos civiles en los tempranos 60 -título con el cual nunca se sintió a gusto- a la figura monstruosa energizada por las anfetaminas y víctima de las burlas, las críticas y desprecios cuando dio el salto audaz de lo folk al rock ‘n roll. Creando la música más descarada e incisiva de ese momento. Para pasar luego a convertirse en el individuo que lo dejó todo en aras de un poco de paz, volviendo al cabo de unos años convertido en un ser sencillo tanto en su actitud como en su música. Al Bob de vida estable que debido a su estatura en las artes cae rendido a los placeres del adulterio y al Dylan que recibe el llamado de Dios para volverse un artista renovado y devoto del Señor. Ante tamaño arco de vida, Haynes decidió de manera salomónica que seis actores representarían cada una de las 'eras' de Bob.

Por fortuna existe el formato de las cachifas y los viglantes -alias el DVD- que nos permitió disfrutar de esta obra maestra de Todd Haynes. Este trabajo de dirección pasa a ser uno de los más importantes en esta década al utilizar la defragmentación de tiempo para abarcar todo lo que la vida de Bob ha sido. Y en el camino termina creando cine en su estado más puro equiparable a las corrientes de vanguardia de los 60, así como directores de la clase de Federico Fellini a quien rinde un extraordinario homenaje. Si bien los saltos temporales pueden confundir, si están mal hechos, aquí integran tanto al espectador fanático de Bob como a los iniciados.

Además, el logro en la dirección viene de la mano del excelente guión del propio Haynes en conjunto con Oren Moverman, quienes no dejan escapar los momentos y las iconografías -ciertas o falsas- que han perfilado a Dylan de lo rápido a lo lento, de lo importante a lo banal, pero todo en su correcto nivel de validez. Como ya se mencionó, la fotografía es todo un trabajo de arte al saltar del blanco y negro al naturalismo cromático, del alto contraste a pasajes reposados, mezclando film 8, 16 y 35 mm, aunado a crear composiciones visuales que son literalemente cuadros y fotografías cobrando vida. La música viene a ser un elemento transicional entre etapas. Por supuesto que es todo Bob, salvo por algunas canciones ajenas para indicar el momento temporal. El DVD presenta uno de los mejores tranfers de film a video con un respeto absoluto a la fotografía, que incluso realza a la película original. El sonido está muy bien aunque no es un referencial para Dolby Digital 5.1, por ser más enfocado en la música.

Aun cuando el cuadro actoral es memorable, la excelencia viene de la mano de los seis actores que encarnan a Bob (sin ser ninguno llamado por su nombre real, por cierto, para darle el carácter surrelista que difumina lo fáctico de lo ficticio). Desde Marcus Carl Franklin al hacer de un Dylan menor de edad, de raza negra, de finales de los 50 y con nostalgia a los años 30; pasando por dos monstruos que trabajan juntos de nuevo: Christian Bale recreando de manera demoledora al Bob de la época folk y al Dylan llamado por el Señor, y Heath Ledger representando al Robert de vida hogareña que no desprecia la oportunidad de un cacho, demostrando lo desafortunado de su ausencia, por lo que faltó por demostrar en su talento como actor.

Desde las influencias presentes en Dylan en las figuras de Arthur Rimbaud, interpretado de forma excelente por Ben Wishaw (Jean Baptiste-Grenouille en su inmortal papel de perfumista asesino), hasta Billy the Kid, recreado con naturalidad en la figura de Richard Gere. Pero quien galvaniza todo el film y además es la copia fotostática o el clon perfecto de Bob es Cate Blanchett en su representación del Dylan electrificado y potenciado; sin duda alguna, esta es una de las actuaciones más monumentales de estos tiempos.

Si las cosas buenas de la vida se hacen esperar, pues la larga espera para ver I’m Not There ha valido la pena. Señores, como ya lo dijimos, esto no es solamente cine en su estado más puro, sino arte. Punto. Tanto en la obra y en las muchas vidas de Bob Dylan como en el film de Todd Haynes; la biografía cinematográfica más importante de todos los tiempos desde The Doors de Oliver Stone. Y cerrando con una directa a nuestros amigos exhibidores, cortesía de Bob: “How does it feel?”.

Film: Sir William McKay; Video: Willy McKay; Sonido: McKay

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SpaceBob DylanSpiff

[*] Es obvio que un film de semejante calibre merecería ser exhibido en salas de cine, pero en los tradicionales actos de imbecilidad comercial de los exhibidores –y aquí voy directo a la yugular a los autoproclamados distribuidores cultores del mal llamado “gran cine”– traen cuanto adefesio se les ocurre vestido de basura pseudo intelectual para ser pautado en las salas, sólo por el hecho de que son hablados en paquistaní gótico y no son producidos por los grandes estudios de Hollywood, o si los son, se proyectan los de las divisiones independientes.

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