Vroom! Vroom!

Llevaba tiempo sin hacer una reseña de cine, quizás porque también llevaba igual tiempo sin ir a uno. Siendo un cinéfilo empedernido de toda la vida, resulta frustrante perder el hábito cuando antes era casi que semanal mi presencia en una sala. La causa recae en el hecho de mi queja con las distribuidoras locales ante la insistencia de mercadear el 95% de las funciones con doblaje que es, para mi como para cualquiera que se respete como cinéfilo, un sacrilegio al arte de origen (dejando una o dos funciones al otro extremo de la ciudad y a veces las últimas al final de la noche, me lo mamais).
La otra, que las ofertas en películas también han mermado en calidad donde se le da prioridad al cine "cotufero" malo, animaciones cutre y las recientes producciones mediocres de Hollywood dejando pocas o nulas opciones al cine de culto, independiente y menos aún al internacional. Sumemos a eso la falta de creatividad que nos tienen saturados de remakes, refritos y secuelas diseñadas por focus groups, con agendas ideológicas y políticas progre, entonces comprenderán el por qué me resigné a esperar a que las ofertas terminen en los pésimos servicios de streaming donde pasan sin pena ni gloria.


Sin embargo hay quienes aún persisten en salvaguardar este arte en su sentido más conservador, prevaleciendo buenas historias y producciones de calidad, sobre cualquier otra agenda oculta que han sumido a esta industria en la crisis en que se encuentra. Películas que nos entretienen y suspende la realidad, como debe ser, sin adoctrinamientos ideológicos de identidad de género (woke), propaganda liberal o conformismos comerciales exprimiendo franquicias establecidas para evitar tomar riesgos.
En este aspecto mi atención estuvo enfocada no en los venideros reboots de Fantastic Four o Superman –insólito que los ignore conociendo nuestro linaje como fans de comics– sino en una película de carreras de la Fórmula 1 que suele estar fuera de mi radar. Me explico, soy seguidor de muchos deportes, pero en lo personal la F1 nunca me ha llamado la atención muy a pesar que tengo un padre y un hermano quienes son fanáticos enfermizos de este género. Por más que mi Papá me trató de inculcar el amor por la F1, fracasó, ya que SIEMPRE LA F1 ME PARECIÓ MUY ABURRIDA Y ESO QUE ME APASIONA EL GOLF ¡SÁQUEN SUS CONCLUSIONES!


F1 me pareció un excelente film y en nada tuvo que ver –o afectó– el tema central de la F1. Como contradicción, irónicamente sé mucho de la F1 y no por elección, sino por años de adoctrinamiento de mi Papá al intentar –en vano– reclutarme como fanático de este deporte. Cosa que me ayudó un poco a involucrarme en el film ya que conozco cómo funciona, sus detalles y hasta reconocer a los pilotos famosos y sus escuderías. No, F1 me capturó por ser ese blockbuster de verano que casi extrañaba dado por las razones expuestas arriba que me han alejado de las salas.
Emocionante, directo, dirigido al público correcto que lo que pide es entretenimiento sin disculpas para sumergirse en una aventura por un par de horas por más ficción que sea. Donde la última vez que me sentí así fue con Top Gun: Maverick, que fue dirigida a ese público –generalmente masculino– que quiere acción y emoción sin el tutelaje woke que ha infectado la industria desde hace una década. Qué curioso que F1 es del mismo Director de Top Gun: Maverick, Joseph Kosinski, ¿coincidencia?

Lo apreciable aquí es que F1 no reinventa la rueda, no ofrece un guión rebuscado con giros dramáticos inesperados, ni cambia la fórmula estructural de tres actos típico de estos films enfocado en un arquetipo que sigue a una figura central que aupamos de principio a fin. A pesar que el Director copia el patrón que le funcionó en Top Gun: Maverick con rotundo éxito, logrando que F1 haga para las carreras de autos lo que Maverick hizo para la aviación militar, no revoluciona el género siquiera en materia técnica.
Insisto, sin ser para nada fan de la F1, he visto muchos films –biopics y ficciones– basados en esta disciplina, por lo que no soy extraño a las técnicas de filmación de carreras de autos en el cine. Con este criterio que me he construido, F1 no me inmutó en materia de cinematografía técnica muy a pesar que sobresale en todo y lo hace excelentemente. La razón es que, como dije, F1 no reinventa, introduce ni revoluciona la fórmula que ya hemos visto recién en "Ford vs. Ferrari" de James Mangold y "RUSH" de Ron Howard; ambas basadas en historia real recreando la rivalidad de Carroll Shelby vs. Ken Miles y la de Niki Lauda vs. James Hunt, respectivamente.


En particular porque todas las técnicas empleadas en la impresionante, emocionante y excelente cinematografía de F1 –durante las carreras– siguen un manual que ha sido estandarizado desde que John Frankenheimer las introdujo en 1966 con su obra maestra "Grand Prix", cambiando para siempre la forma de filmar carreras y persecusiones de automóviles en el cine.* Sin embargo nuevas técnicas de edición y quizás algo de CGI (que de haberlo es tan transparente que no se nota), modernizan el ritmo de la dirección de una forma más dinámica, tal como Top Gun Maverick lo hace contra su antecesora aprovechando las bondades y ventajas del cine moderno.
Por lo tanto, si no fue el copiado esquema del guión, el arco casi predecible de la trama ni las técnicas estandarizadas de cinematografía lo que hace especial a F1, ¿entonces qué es? Pues su estelar dirección con buen ritmo y que se enfoca en personajes concretos, palpables y de relativa empatía (aunque algo larga en sus 2 horas y media). Comenzando con Brad Pitt que, a sus 60 ruedas, aún es ancla como actor de cine de referencia confiable y que en F1 acapara tiempo cámara. Eso sin caer en falsos heroísmos ni pretensiones de soberbia dentro de una ficción que lo incrusta con figuras reales muy reconocibles de la F1 como Verstappen, Norris, Bottas, Pérez, Magnussen, Alonso y Hamilton** (les dije que conozco esta vaina sin que me guste por culpa de mi Papá).


No obstante y a pesar de la gravitación inevitable de Pitt como figura central, no pasa desapercibido su contraparte Damson Idris quien hace un rol tan complejo que balancea la presencia de Pitt en cámara. Empezando porque F1 fracasa en venderlo como la figura antagónica, siquiera el villano, ya que su carisma y carácter te obliga a quererlo con más empatía que simpatía. Le acompaña el poder de Javier Bardem quien no necesita mayor explicación por qué es un calibre en toda producción y la linda irlandesa Kerry Condon que conocemos bien desde Breaking Bad.
Todos generan profundidad y personalidad en la construcción de sus respectivos personajes que es el verdadero núcleo que sostiene a F1. Todo lo demás ha sido ya usado, visto, rebuscado y hasta trillado, sin nada especial o nuevo bajo el sol, PERO lo hace bien, resultando en el éxito silente del verano como el blockbuster que devuelve ese espíritu de sana aventura, emoción y puro entretenimiento sin agendas ocultas que han dañado este arte y su maltrecha industria. Hay esperanzas.
Altamente recomendable.
(★★★★☆)
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Barton
[*] "Grand Prix" (1966) del afamado Director John Frankenheimer, famoso por su meticulosa pasión por filmar las mas impresionantes persecusiones de coches de la historia del cine, fue toda una revolución a su estreno por sus innovadoras técnicas de filmación de carreras. En primer lugar fue la primera en filmar las carreras con pilotos, pistas y autos auténticos de F1 sin usar "back drops", es decir, sin la vieja técnica de fondo falso proyectado con un vehículo inmóvil para simular que el actor está corriendo (por seguridad como hacían con las películas de Elvis, James Dean, etc). Usando a los actores dentro de las carreras sin dobles. Grand Prix tuvo que inventar cámaras y equipos de filmación móvil adaptados a los autos para capturar tomas en tiempo real, tanto del conductor como de las perspectivas, ángulos y perfiles del coche; donde la más reconocida fue –y es– la de la cámara giratoria montada sobre el auto (que usan y abusan en F1). Técnicas adoptadas posteriormente por otros Directores que imprimieron su estilo en persecusiones y carreras con vertiginosa velocidad de acción emocionante como George Miller (Mad Max), William Friedkin (The French Connection) y Peter Yates (Bullitt).
[**] Lewis Hamilton es el actual Campeón Mundial de la F1 (lleva múltiples títulos destronando a Senna y a uno de destronar a Schumacher, quien aún ostenta records de victorias y velocidad) y que a propósito es el productor ejecutivo, entrenador y consultor del film con breves apariciones de trasfondo para darle autenticidad contemporánea a la ficción de la trama.