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RESEÑAS

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CALIFICAMOS ASÍ

Nuestra escala para calificar las reseñas del 1 al 5. Con el Sir William McKay reservado sólo a la excelencia.

  • Sir William McKay: Aleph One.
  • Willy McKay: ¡Non-Plus-Ultra!
  • McKay: Muy bueno, peeero…
  • Pasta: Ta' Bien… Ta' Bien…
  • Mancao: Coleto impresentable.
  • Ñame: ¡Que nos devuelvan el tiempo y dinero que perdimos en revisar esta grandísima porquería! ¡Un CULAZO!
Spiff-O-Rama - Reseña: Revolutionary Road

La Espiral Descendente de una Relación

Cine Cartelera

Así como las cosas materiales llegan a un punto en que agotan su vida útil al no dar más de sí, lo mismo pasa con las relaciones de pareja. Podrían llenarse páginas de relatos sobre el final de la unión entre un hombre y una mujer, así como líneas de pentagramas o película revelada. La diferencia está cuando se es testigo de esta situación. Es esta la sensación que busca Sam Mendes en su más reciente film, Revolutionary Road.

Basada en la novela del título homónimo de Richard Yates publicada en 1961 y en la misma tradición de novelas como The Man In The Gray Flannel Suit que buscaban desmitificar el ideario del sueño americano de la postguerra, se tiene en el film a Frank y April Wheeler, dos seres que al principio poseen aspiraciones, sueños de grandeza y libertad como individuos y como pareja, y que debido a la presión social del momento en que se ambienta el relato (mediados de los 50) son arrastrados a vivir una existencia en donde si al principio existió el amor, por el mismo factor de la convención terminan siendo poco más que seres disconformes, frustrados y con un profundo desencanto por la vida, en clara demostración de lo errado que es el concepto de la felicidad simbolizado en el matrimonio, hijos, casa en los suburbios, trabajo estable, oficio del hogar, y todo aquel ideario de la llamada felicidad de mitad del siglo XX. En fin, "El Sueño Americano".

En el caso de Sam Mendes no es la primera vez que abarca el tema del matrimonio y sus bemoles; ya su gran debut mundial que fue en el 2000 American Beauty era una muestra perfecta de la unión familiar y matrimonial venida a menos. La diferencia está en que la relación de Kevin Spacey y Annette Benning estaba plagada de humor negro y sátira realista; en esta oportunidad se decide por el drama en su mejor expresión. El tempo que le imprime al film es tan lapidario como el deterioro de la relación de los protagonistas, que hay pasajes en la película en que no hay música, solo dialogo, escenario y sonidos del ambiente; agregar música sería disminuir el entorno de infelicidad rutinaria de los protagonistas. Y en ese aspecto, Mendes consigue una narración fluida y natural que raya en lo profesional, con ligeros flashbacks para hacer que el espectador entienda como pasar de la felicidad al hastío y la triste banalidad.

Además de lo anterior, es destacable el cuido en el detalle que le imprime la dirección artística al recrear con precisión el ambiente suburbano de la Norteamérica previa a los convulsionados años 60. Y junto con ello, la edición mantiene –salvo en los momentos necesarios en ir hacia atrás– una linealidad indispensable para entender el final de la relación entre Frank y April. Del mismo modo, el guión sigue de cerca el tono pesimista y desesperanzado del libro, no como una moraleja, sino como una lección de cómo llevar adelante una unión de personas. La fotografía complementa a lo que la dirección artística alcanza, al lograr transmitir en la pantalla ese aspecto tipo anuncio publicitario de la época en que la felicidad es un bien consumible y sea sólo de afiche. La música se hace otra protagonista -cuando es necesario- para reflejar el estado de ánimo de los protagonistas, silenciándose cuando el ritmo del film lo necesita.

Esta película viene a ser la primera colaboración en 11 años desde la taquillera Titanic de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Si en la superproducción de James Cameron era un amor joven destinado a no tener un final feliz, en esta ocasión sucede lo mismo, salvo que el amor lo llena todo al comienzo. DiCaprio hace aquí uno de sus mejores papeles como adulto en la figura de Frank Wheeler, un hombre con aspiraciones de grandeza y sueños que se ven frustrados por la necesidad y la norma de conducta del período, todo un rol para destacarse. Pero además, Kate Winslet es todo un portento de actuación al lograr hacer de su personaje de April Wheeler alguien similar a Frank, pero con más visión y más agallas, mismas que son extirpadas en medio de una vida estupidizante y patética.

Kathy Bates y Michael Easton hacen del matrimonio Givings el equivalente cinematográfico de los Mertz del clásico show de televisión de esa era, I Love Lucy, aunque sin el componente de farsa de Vivian Vance y William Frawley, sino como el epítome de los vecinos amistosos que esconden un secreto familiar. Michael Shannon en su papel de John Givings, hijo del matrimonio, viene a ser una suerte de válvula de escape para los Wheeler al ser el que logre ventilar los desencantos y frustraciones que llevan ambos. Kathryn Hahn y David Harbour hacen los roles de Milly y Shep, el matrimonio vecino y amigo de los protagonistas que simbolizan aquello que estos no quieren llegar a ser, pero que indefectiblemente terminan allí.

Revolutionary Road viene a ser un film duro; no difícil de ver, pero si deja un mal sabor en cuanto a observar como dos vidas se pierden en medio del hastío y la frustración. En cierto modo viene a ser una lección para no aceptar la convención y no dejar de lado la ambición y la felicidad, más aun si es compartida. Altamente recomendable.

Film: Willy McKay (★★★★★)

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Spaceman Spiff

"Love & Marriage, Love & Marriage, go together like a horse in carrige..." [nota del Ed. en Jefe S. B.]

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