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RESEÑAS

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CALIFICAMOS ASÍ

Nuestra escala para calificar las reseñas del 1 al 5. Con el Sir William McKay reservado sólo a la excelencia.

  • Sir William McKay: Aleph One.
  • Willy McKay: ¡Non-Plus-Ultra!
  • McKay: Muy bueno, peeero…
  • Pasta: Ta' Bien… Ta' Bien…
  • Mancao: Coleto impresentable.
  • Ñame: ¡Que nos devuelvan el tiempo y dinero que perdimos en revisar esta grandísima porquería! ¡Un CULAZO!
Spiff-O-Rama - Reportaje: 2001: A Space Odyssey

"Open the pod bay doors, HAL!"

Antes del 2 de Abril de 1968 el cine de ciencia ficción se encontraba en un punto casi muerto debido a que los estudios no financiaban películas de este género por considerar que no eran rentables, con lo cual se cerraron los departamentos de efectos especiales de los mismos en un anticipo a lo que en la siguiente década se convertiría en la norma fílmica para los tiempos turbulentos que se sucedieron. Esto, para no mencionar la falta de seriedad que el formato presentaba hasta ese instante: invasiones extraterrestres con marcianos vestidos de hule o mal maquillados, naves espaciales de cartón piedra o goma espuma, cuando no era que usaban platos de cerámica, y sobre todo una ausencia de seriedad y profundidad filosófico-científica que había en la ciencia ficción cinematográfica.

Más en el plano literario, los talentos de Ray Bradbury, Philip K. Dick, Isaac Asimov y, en el caso que nos ocupa, Sir Arthur C. Clarke, allanaban el camino para que el género ganara respetabilidad y seriedad ante el público. Era cuestión de tiempo para que este último autor se asociara con uno de los directores de cine más capitales de todos los tiempos, Stanley Kubrick, para crear lo que es la película más importante en la historia de la ciencia ficción que cambió para siempre la forma de hacer cine, a partir del 2 de Abril de 1968, 2001: A Space Odyssey.

Incluso en la época en que dirigía Spartacus, Stanley Kubrick soñaba con hacer una película de ciencia ficción que fuese apegada a la realidad, en vez de subvertir las reglas del Universo en cuanto al sonido en el espacio exterior, la ingravidez y el relato en cuanto a la evolución que sufrirían las máquinas y los seres humanos en el final del siglo XX y el comienzo del XXI. Al término de Dr. Stragelove Or: How I Learned To Stop Worrying And Love The Bomb, Kubrick decidió quedarse a vivir en Inglaterra en un intento por alejarse del control tiránico que sufriría de estar en Los Ángeles. Al encontrarse ambos genios, acuerdan hacer lo que mencionaron como “la película más proverbialmente buena de la ciencia ficción”, a partir de la novela de Clarke The Sentinel. En 1964, Kubrick visita la Feria Mundial de Nueva York y una de las exhibiciones le llama la atención; la misma se mostraba en el pabellón de Viaje y Transporte e incluía una película documental realizada por un director de 23 años que había hecho encargos para la Fuerza Aérea y para NASA. Su nombre es Douglas Trumbull, quien formó parte de un equipo de 4 supervisores que vigilaron de cerca la creación de los efectos visuales que fueron fotografiados y dirigidos por el propio Kubrick en un período que abarcó año y medio.

Además de contar con este plantel de personalidades, también consultó con los expertos del MIT, Nicholas Negroponte y Marvin Minski, para verificar la visión de Clarke de que en el futuro las computadoras podrían ser el equivalente mecánico al cerebro y al espíritu humano, con una capacidad total para realizar procesos cognitivos; y al ilustrador de NASA Robert McCall quien creó las viñetas que servirían de inspiración para crear las maquetas de efectos visuales. Así mismo, Kubrick se hizo de colaboradores a ambos lados del Atlántico en el campo comercial e industrial, desde IBM quien diseñó una versión futurista de sus siglas (algunos han sugerido que el nombre de la computadora HAL son las letras que anteceden a IBM), pasando por NASA, General Electric, DuPont, Bausch & Lomb, Eastman Kodak, Hilton, AT&T, Howard Johnson, Minneapolis-Honeywell, General Mills, Vickers Armstrong Engineering Group (constructores de la centrifugadora que recreaba por breves instantes gravedad centrifugal) y PanAm, de entre las empresas que prestaron sus nombres para la hazaña máxima de Stanley Kubrick, que arrancaría con su realización el 29 de diciembre de 1965 en los estudios de MGM en Borehamwood, Inglaterra, a un costo final de $10.500.000

An Epic Drama Of Adventure And Exploration

Locura Espacial: La soledad del infinito espacio desafía la estabilidad mental de los tripulantes del longevo viaje a Júpiter. La producción visual, filosófica, existencial y teológica del épico film no han tenido rival en 40 años.

En un momento determinado, llegó a controlar absolutamente todo, desde un equipo de más de 160 personas con turnos de 24 horas, supervisar el vestuario para la secuencia inicial con los monos humanoides –antecesora en tres meses de lo que se hizo popular en el film Planet Of The Apes, estrenado ese mismo año–, los efectos, los ángulos de cámara (mediante el uso de SuperPanavision™ en función de estrenarla en el formato Cinerama™), el uso de la música que al principio comisionó a Alex North para crear una partitura, pero que eventualmente marcaría un hito al utilizar música académica para generar estados de ánimo en la audiencia en un acto de asociar imágenes, música y estados de ánimo; en especial en el tema de inicio: el Also Sprach Zarathustra de Richard Strauss, hasta servir como coach de actuación de Keir Dullea y Gary Lockwood.

Inclusive para el día del estreno, el film tenía una duración original de 161 minutos, pero Kubrick consideró que unas cuantas escenas (una escuela en la Base Clavius en la Luna, breves instantes en el inicio The Dawn Of Man, momentos en la nave Discovery previos al programa de la BBC The World Tonight, los preparativos de la actividad extravehicular de David Bowman antes de salir a cambiar la unidad AE-35, la preparación para salir al espacio de Frank Poole y una escena en la habitación de hotel, cerca del final, en que David Bowman toma del suelo una pantufla azul) eran superfluas, por lo que entre el 5 y el 9 de abril editó la película más hasta llevarla a la duración actual de 149 minutos.

Lamentablemente estas escenas se han perdido debido a que Kubrick ordenó por escrito que -luego de su muerte el 7 de marzo de 1999- todo el material suplementario en cuanto a tomas adicionales fuese destruido para que no se pudiesen hacer Director’s cuts de sus películas. Sólo existe en Internet como una foto la escena de la escuela.

The Ultimate Trip

Deux Ex Machina: La yuxtaposición del Hombre vs. la Máquina. Dave Bowman, capitán del Discovery One, en contraste con el psicópata digital HAL 9000 que tiene serios conflictos existencialistas en su IA.

Debido a que Kubrick no hizo proyecciones previas para la prensa sino un día antes del estreno mundial, muchos críticos de cine no comprendieron el significado de 2001: A Space Odyssey. Desde Vincent Canby de The New York Times pasando por la gran crítica de la filmografía de Kubrick, Pauline Kael, buena parte de la comunidad periodística mayor de edad, consideró al film presuntuoso, artificialmente intelectual y pseudo religioso. Incluso directores de cine colegas no vieron con buenos ojos la película, desde el ruso Andrei Tarkovsky quien argumentó que la razón en hacer el film Solaris era porque consideraba a 2001: A Space Odyssey una película atea (algo extraño de comprender dado el tema de la película); hasta Woody Allen quien mencionó que la primera vez que la vio le pareció estar viendo un comercial de más de 2 horas de NASA.

Pero en una segunda observación, Allen se retractó de lo dicho y consideró que era de lo más importante en la historia del cine, convirtiéndose en amigo personal de Kubrick y sumándose a la plétora de críticos que alabaron el film como el más importante del año y uno de los más destacados de la historia. Esto, para no contar los mayores fanáticos: los jóvenes, quienes entendieron desde el principio el mensaje y el contenido del film, sin incluir que muchos entraban a ver la película bajo los efectos de drogas alucinógenas para disfrutar de la secuencia final del viaje interestelar hacia los confines del Universo. Curiosamente, y con la importancia del mismo, el film obtuvo 4 nominaciones para los Oscars™, sin incluir por mejor película. Eventualmente ganaría uno por efectos visuales.

La Odisea De Spaceman Spiff

Los efectos mecánicos empleados en el film fueron y siguen siendo un hito para el cine, ya que hoy ningún Director tiene los cojones de fabricar simuladores reales de gravedad cero y sin recurrir a montajes digitales.

Casi de inmediato el film se convirtió en una película de culto entre el público, y en especial entre las nuevas generaciones de cineastas, desde un James Cameron quien declararía años después que luego de verla decidió que quería ser director de cine, hasta llegar a George Lucas y Steven Spielberg, en quienes sus dos obras magnas, Star Wars Episode IV: A New Hope y Close Encounters Of The Third Kind, respectivamente, le deben mucho al camino marcado inicialmente por Kubrick.

Para este amigo de ustedes que ha escrito estas líneas, siempre he dicho –los que me conocen personalmente– que a los 14 años (ocasión en que la vi por primera vez) el Spaceman Spiff que entró a la sala de cine a ver 2001: A Space Odyssey nunca volvió a ser el mismo al terminar la película. Y todavía lo sostengo. Si de niño soñaba con ser Neil Armstrong para caminar sobre la superficie de la Luna (no observé en vivo la misión de la Apollo XI; no había nacido), al ver por primera vez la obra maestra de Stanley Kubrick supe que muchas cosas en las que creía se reafirmaron y otras nuevas entraron en mi lista de creencias. De hecho, ya he perdido la cantidad de veces que he visto la película –la última vez que llevé la cuenta sumaban 17– y en cada ocasión que la vuelvo a ver, es encontrar algo nuevo, algo que no alcancé a detallar la anterior vez.

Por lo pronto, este fue nuestro sencillo homenaje a mi película favorita de todos los tiempos con motivo de cumplirse hoy 40 años de su legado. Dedicando este Spiff-O-Rama a la memoria de Arthur C. Clarke quien desapareció físicamente hace un par de semanas. Y valga la repetición, la mente responsable de la OBRA MAESTRA del genio de Stanley Kubrick, 2001: A Space Odyssey.

“Good afternoon, gentelmen. I am a H.A.L. 9000 Computer…”
-Douglas Rain (voz de HAL 9000)

Sir Arthur C. Clarke (1917-2008)

Izq: Clarke y Kubrick durante los días de la producción de 2001: A Space Odyssey circa 1967. Cent: Clarke en el set del Discovery durante la filmación. Der: Clarke y Kubrick caminando con los ejecutivos de la MGM.

Fallece en Colombo, Sri Lanka, el 19 de Marzo de 2008. Fue sepultado a la manera tradicional del país el 22 de marzo. Con su partida, se marcha un maestro de la ciencia ficción, un revolucionario tecnológico y un ser humano quien en más de una ocasión declaró ser ateo, su obra poseía un sentido de trascendencia, esperanza en el futuro y una espiritualidad que paradójicamente a sus creencias revela la existencia de Dios en su obra. Un visionario. Un soñador. Un titán. Q.E.P.D.

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Spaceman Spiff

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