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RESEÑAS

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CALIFICAMOS ASÍ

Nuestra escala para calificar las reseñas del 1 al 5. Con el Sir William McKay reservado sólo a la excelencia.

  • Sir William McKay: Aleph One.
  • Willy McKay: ¡Non-Plus-Ultra!
  • McKay: Muy bueno, peeero…
  • Pasta: Ta' Bien… Ta' Bien…
  • Mancao: Coleto impresentable.
  • Ñame: ¡Que nos devuelvan el tiempo y dinero que perdimos en revisar esta grandísima porquería! ¡Un CULAZO!
Spiff-O-Rama - Reseña: Carlos

Better Dead Than Red

Cine Cartelera

Mucho se ha tejido en torno a la leyenda del terrorista Ilich Ramírez Sánchez, que acompañó al ideal comunista durante la Guerra Fría con la imagen de un prócer viviente que inspiraba su causa revolucionaria internacional. Ese romanticismo mítico en torno a su figura desencadenó toda suerte de conjeturas idílicas que se mantuvo incluso tiempo después de la caída del Muro de Berlín en 1989 y su captura en 1994. Para entonces las figuras occidentales que representaban a la izquierda revolucionaria radical perdían vigencia, quedando los musulmanes radicales como los encargados de mantener viva la llama roja de su ideología, aunque teñida de un color teológico, propio de su región.

La martirización post-mortem del Ché se había convertido en un símbolo político más que de conciencia ideológica internacional. Con Castro haciendo más de embajador apéndice de la Unión Soviética que como líder revolucionario comunista independiente, ya no había figuras románticas a quien seguir como inspiración revolucionaria hacia finales de la Guerra Fría. Sólo quedaba la leyenda, el mito, el nombre que todos respetaban y temían -conservadores adversarios y liberales partidarios. Por su activismo ideológico incondicional no estaba atado a un solo movimiento. No importa si la causa era Palestina, Cubana, Soviet o Socialista, para finales de la Guerra Fría había un nombre común que generaba motivación dentro del radicalismo: Carlos.

Tildado de terrorista por unos, militante revolucionario por otros, fueron demasiadas las etiquetas que se le dio al venezolano militante de muchos movimientos internacionales. Pero todos coincidían en darle un apodo que iba acorde a su reputación que hasta calzaba mejor que su nombre código: El Chacal*. Ese mito en torno a su figura generó la leyenda que no tardó en seducir a literarios, la TV y el Cine. Esa imagen alcanzó mayor fuerza con la ayuda de la cultura popular que amplificó su legado en libros y películas durante años mientras duró la mitificación de su nombre previo a su captura. Robert Ludlum, uno de mis escritores favoritos, escenificó su serie de novelas de Jason Bourne en torno a Carlos "El Terrorista" como el adversario del súper espía que protagoniza sus libros.

Después de tantas adaptaciones ficticias que representó alguna variante de Carlos o El Chacal, el Director francés Olivier Assayas dirige y co-escribe Carlos, una excelente adaptación que humaniza casi a ritmo de documental la vida de Ilich Ramírez Sánchez durante su transformación de militante izquierdista a líder de un movimiento terrorista de escalada internacional. Esta producción, que afirma se basa en someros hechos verídicos de conocimiento popular, hace hincapié al señalar que muchas de sus dramatizaciones de relaciones socio-políticas clandestinas se deben tomar como trabajo de ficción. Eso no reduce, para nada, la precisión histórica y atmosférica de las circunstancias sociales que hicieron vida pública en algún momento (con algunos pelones menores que no arruina la suspensión del espectador). En especial los sucesos públicos que dejaron huella negativa como muestra de contundencia de sus intenciones políticas.

Mi opinión de Carlos divaga entre la excelencia de la producción y la inconsistencia narrativa producto de la versión mutilada que me tocó ver en el Centro Cultural Trasnocho. Me explico, el objeto de la producción fue la de dejar una representación fidedigna de Carlos en su perspectiva más humana, errante y con todos sus fracasos que echan por tierra su mito cultural. Sin alusiones proselitistas que pudieran mal interpretar su film como instrumento de propaganda o polémica. Para ello se optó por hacerla en formato miniserie de 5 horas que difícilmente se puede adaptar a la pantalla grande sin alcanzar dimensiones épicas poco comerciales. Esto deja una ambigüedad a mi criterio donde me encuentro indeciso entre ambos extremos. Carlos se siente como una producción de altura cinematográfica por su cuidado en los detalles, muy en especial por la dirección de Assayas y la dominante actuación de Edgar Ramírez.

No obstante la narrativa sufre considerablemente al presentarla como una adaptación para cine que recorta gran número de escenas para ajustarse a un formato más comercial de casi 3 horas. Esto afecta el ritmo negativamente debido a que las escenas, diseñadas para miniserie, presentan un estilo narrativo mas extenso que resulta permisible para episodios que se continúan, no así para una obra que normalmente se resume en tres actos típicos del cine actual. Como resultado no hay estructura coherente que defina una narrativa -o trama- que produzca emociones que todo Director persigue. Quedando como un documental dramatizado y resumido. Dejando toda la responsabilidad a los actores que por fortuna cargan todo el film con maestría. Con énfasis en Ramírez quien hace del ancla gravitacional a la que todo el reparto orbita de manera puntual.

Ramírez (The Bourne Ultimatum, Vantage Point) es perfecto para el papel en toda su dimensión. Sin conocer la personalidad del terrorista, Ramirez hace del foco del film con impresionante liderazgo haciendo valer su presencia dramática en cada escena. Que se puede confundir con el favoritismo que le damos por ser paisano venezolano, motivo aparente de imparcialidad para darle una buena crítica. No me dejo llevar por eso. Sus méritos son totales como actor, que encaja no sólo en lo físico sin recurrir a postizos, sino en lo argumental que exige la versatilidad cultural que el mismo Ilich Ramírez Sánchez alcanzó durante su vida: diplomático, políglota y figura de carácter. Todas calzan con Ramirez a la perfección y merece todos los aplausos y elogios independiente de la afinidad nacional que nos embriaga al representarnos ante la crítica internacional (aunque no entiendo por qué fue necesario tantas escenas de él "esnúo").

Sin embargo, apuesto a que muchas de mis objeciones a la presentación cinematográfica de Carlos se esfumarán con ver la versión completa en su presentación original de 5 episodios, que sin duda posee el ritmo narrativo y la estructura artística intencionada por el Director. Hasta que consiga un plástico azul para verla como debió ser, mantengo mi calificación. Muy Recomendable.

Film: McKay (★★★★☆)

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Barton

[*] Curioso que nunca lo llaman así -El Chacal- en el film, quizás en la versión de 5 horas lo mencionen, pero aún tengo que verla para saberlo.

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